lunes, 5 de noviembre de 2012

Trabajo Práctico de lengua nº 7


Una noche de Octubre, en el barrio de Coghlan, cuando Ramiro cenaba y miraba el informativo, en el comedor de su casa, empezó a escuchar voces. Le pareció raro porque su calle suele ser bastante tranquila, entonces decidió echar un vistazo por la ventana y vio a un grupo de hombres bajando un cuadro de un auto.
Se quedó mirando un buen rato porque era una pintura bastante grande y llamativa. De repente uno de los hombres lo vio y Ramiro se alejó de la ventana y volvió a mirar el informativo. Lo asombró una noticia sobre un robo de un cuadro en la misma zona donde él vivía y notó que era muy parecido al que acababa de ver.
Decidió llamar a la policía porque pensó que era muy posible que fuera el cuadro robado, la luz se cortó y cuando se dirigió hacia la ventana para verificar que el corte no haya sido solo en su casa, se dio cuenta de que la ventana estaba rota y la puerta abierta. Se asomó y vio el auto de los traficantes pero no a ellos. En ese momento comenzó a escuchar ruidos raros que provenían del piso de arriba donde se encontraba su habitación y no dudó un segundo en que ya no se encontraba solo en su casa. Decidió echar un vistazo, y al subir cuidadosamente la escalera, pisó un escalón flojo. El ruido hizo que ellos lo miraran y comenzaran a perseguirlo.
Ramiro salió inmediatamente de su casa; corrió dos cuadras hasta que logró esconderse tras un contenedor de basura y pudo observar cómo los hombres que lo estaban buscando, se subían a un auto para agilizar su persecución. En ese momento se metió a una peatonal para mezclarse entre las demás personas, se paró frente a un negocio de ropa masculina y después de unos minutos, por el reflejo del cristal, pudo observar cómo se bajaban del auto y lo buscaban con la mirada. Después de un buen rato, cuando finalmente se fueron, fue a hacer la denuncia y volvió a su casa como de costumbre. Mientras abría la puerta, una voz a su espalda le dijo que estaba perdido, que nunca debió volver. Al darse vuelta, los hombres quedaron perplejos al ver que no era quien esperaban. En cuestión de segundos quedaron rodeados por varios patrulleros y policías. Ramiro miraba conforme desde la esquina.

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